Según el Reglamento (UE) Nº1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, existen unas menciones obligatorias que deben aparecer en el etiquetado de los productos alimentarios.
Esta información esencial, como por ejemplo el listado de ingredientes, información nutricional y alérgenos, son bastante entendibles y normalmente no causan equivocaciones de cara al consumidor.
Sin embargo, hay dos conceptos de mención obligatoria que pueden llevar confusión tanto al consumidor directo como al personal manipulador de un establecimiento de restauración. Esto puede comportar problemas de gestión de la materia prima y buenas prácticas de higiene. Y poner en riesgo la salubridad de los alimentos. Estas dos menciones son: la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferente.
¿Qué diferencia hay?
La fecha de caducidad indica el momento hasta el cual el alimento puede consumirse de forma segura. Queda totalmente prohibido consumir un alimento una vez pasada esta fecha, ya que no es seguro para el consumo desde el punto de vista sanitario. Esta fecha la encontramos principalmente en alimentos muy perecederos como carne picada fresca o pescado fresco.
Para garantizar la vida útil del producto, tendremos que seguir las instrucciones de conservación (“Conservar en refrigeración”), así como la de consumo (“una vez abierto el envase, consumir en 24 horas…”), ya que, si no se siguen estas indicaciones, el producto alimentario puede estropearse antes y ser un foco de intoxicación alimentaria.
En cambio, la fecha de consumo preferente indica el momento hasta el cual el alimento conserva la calidad prevista. Es decir, una vez pasada la fecha sigue siendo seguro para el consumidor desde el punto de vista sanitario, pero puede haber perdido propiedades organolépticas como el color, sabor, textura, olor etc.
Aun así, el producto se podrá consumir siempre que se hayan respetado las instrucciones de conservación y consumo, así como supervisar que el envase esté intacto y no presente mal aspecto. Esta fecha la encontramos en una amplia variedad de alimentos como enlatados, desecados, refrigerados y congelados.
Evitar intoxicaciones y otros beneficios
El objetivo principal de saber diferenciar ambos conceptos es evitar posibles intoxicaciones alimentarias a los consumidores, evitando la ingesta de productos con la fecha de caducidad superada. Además de otros beneficios como:
1- Mantener una buena planificación de compras para evitar excesos de alimentos,
2- Controlar las condiciones higiénicas en las que se almacenan
3- Asegurar un correcto buen funcionamiento de las cámaras refrigerantes.
Es por todo esto que junto con una formación específica para los manipuladores, se promoverá un uso y una conservación correcta de los productos alimentarios, evitando al máximo el desperdicio alimentario.
Cesnut, como profesionales del sector, recomendamos a todos los establecimientos realizar una correcta formación continua a los manipuladores de alimentos sobre los conceptos básicos de higiene alimentaria. De esta forma, aseguramos la salubridad de todos los alimentos almacenados y posteriormente servidos al consumidor final.